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sábado, 20 de julio de 2013

La trompeta

INTRODUCCIÓN

Los orígenes de la trompeta, como los de otros instrumentos de viento, se remontan a épocas milenarias. Todas las grandes civilizaciones de la antigüedad hicieron corriente uso de ella; si entre los hebreos y los egipcios se consideraba sagrada, entre los griegos y romanos tenía mas bien una función militar. La encontramos en las Sagradas Escrituras, en las que su timbre brillante provoca la caída de Jericó, y en el Apocalipsis es también el toque de trompeta el anunciador del Juicio Final. En la Edad Media y el Renacimiento, la trompeta no puede faltar en las ceremonias oficiales, pero no se integrará en la orquesta hasta 1607, en el Orfeo de Monteverdi.
Su forma es recta en un principio y no se incurva hasta el siglo XV, adoptando así gradualmente la forma que presenta hoy en día. Hacia 1770 se le añaden "tubos de recambio" que permiten a los instrumentistas tocar en casi todos los tonos. Hacia 1815 se adoptan los pistones, perfeccionamiento que aún se mejorará un siglo después, gracias a los trabajos de Merry Franquin, profesor del Conservatorio de París, que han permitido a los ejecutantes modificar a voluntad la altura de los sonidos del instrumento.
En nuestros días se utiliza mucho la trompeta en do, pero existen numerosos modelos, desde el trompetín en re, que tanto empleó Bach y más cerca de nosotros Stravinsky en La Consagración de la Primavera, y que exige al ejecutante un gran esfuerzo físico; la trompeta en si bemol, muy extendida; la trompeta contralto en mi bemol o en fa, la que usó Debussy en Pelléas; la trompeta baja, a la que Wagner recurrió en la Tetralogía. Citemos también la trompeta de Aida, creada especialmente por Adolphe Sax para las representaciones de la ópera de Verdi en París, en 1871, y la trompeta de jazz en si bemol, más estrecha pero de sonido más claro, que ilustraron L. Armstrong, D. Gillespie, M. Davis.
Después de Lully, Charpentier, Vivaldi, Bach, Haendel, Haydn, Hummel, Berlioz y Saint-Saëns, ya en el siglo XX, compositores tan diversos como Shostakovich, Janacek, Jolivet, Messiaen, Landowski, Elliot Carter han contribuído ampliamente a enriquecer el repertorio de este instrumento  en el que Charles Koechlin veía una de las luces de la orquesta.

LAS TROMPETAS EN LA ANTIGÜEDAD

Las trompetas metálicas eran ya conocidas en la más lejana Antigüedad, siendo la mayor parte de ellas de bronce, fabricadas por el método de cera perdida. Todas ellas tuvieron un uso militar o religioso, y excepcionalmente de carácter civil: eran instrumentos para transmitir señales, especialmente para comunicar informaciones. Los sonidos producidos llegaban a inspirar terror y su timbre, según lo evocan autores de la Antigüedad, parece haber sido especialmente desagradable.
Los egipcios, que atribuían la invención de su trompeta al dios Osiris, la utilizaron como accesorio militar y cultural. Se descubrieron dos trompetas en la tumba del faraón Tutankhamon, que vivió hacia el 1350 a. de C.: miden respectivamente 50,5 cm y 58 cm de largo, presentando un ancho pabellón, pero sin una embocadura propiamente dicha; la primera es de bronce, la segunda de plata, lo cual constituyó sin duda una excepción; en el Museo del Louvre, en París figura una tercera trompeta egipcia. Entre los hebreos lo que dominó fue el carácter sagrado de éste instrumento: la chatzótzráh, que exclusivamente tocaban los sacerdotes anunciaba las asambleas y acompañaba las consagraciones y los sacrificios; tuvo sin embargo un uso militar ya fuera para dar la alarma o bien para levantar los campamentos. La trompeta hebrea era corta -unos 45cm de largo- con un tubo cónico de plata batida que, según un comentarista de traducciones bíblicas, producía "un sonido homogéneo e ininterrumpido", o bien en dúos de dos trompetas, es decir "articulando distintamente varias notas diferentes"; sin duda era así como sonaban en las batallas.
El salpinx  de los griegos, cuya invención se atribuía a Atenea, fue uno de los instrumentos específicamente militares aunque también acompañaba ciertas ceremonias religiosas -procesiones y sacrificios- y se tocaba con ocasión de los pregones; el arte de tocar la trompeta figuró también entre las disciplinas olímpicas. Era más largo que la trompeta hebrea -aproximadamente un metro- hecho de hierro, de bronce, a veces de plata, de tubo estrecho y embocadura de cuerno o de hueso; antes del pabellón, que era esférico y de dimensiones modestas, solían colocarse anillas decorativas o corredizas.
Los romanos conocieron dos tipos de trompetas copiadas de los etruscos: la tuba era más corta que el salpinx griego (un ejemplar conservado en el museo etrusco de Roma mide 1,17 mts. de largo) y conservaba la forma recta; el tubo cónico era de bronce, con una embocadura móvil y un pabellón ligeramente ensanchado; la tuba era utilizada en la infantería, pero también ocupó su lugar en la palestra con ocasión de los combates de gladiadores junto con la trompa y el órgano hidráulico, utilizándose ocasionalmente en determinados sacrificios religiosos. El lituus, por el contrario, fue un instrumento de uso exclusivamente militar que se empleó en la caballería: era una larga trompeta cilíndrica, de dimensiones variables (de 75 cm aproximadamente a 1,40 mts de largo) que tenía el extremo opuesto al de la embocadura doblado en forma de J, abierto sobre un pabellón a veces recortado. Como en el caso de la tuba, el tubo del lutuus era de bronce; el timbre de estos instrumentos debía resultar sin duda poco agradable: los autores romanos califican el timbre de la tuba de "ronco" y "aterrador". El del lituus era más agudo y sin duda bastante mas estridente.
Los celtas disponían de una trompeta militar llamada karnyx que seguramente influyó en la forma del lituus romano. El tubo de la karnyx, enteramente de bronce, se dobla en ángulo recto y acababa en un pabellón en forma de cabeza de dragón; este tipo de trompeta fue reproducido en el 113 d. de C. en el arco de Adriano, en Roma. Los pueblos nórdicos -Escandinavia, norte de Alemania, Irlanda- han utilizado una gran trompeta llamada lure o luur de la cual nos han llegado ejemplos perfectamente conservados a través de las escavaciones arqueológicas llevadas a cabo sobre todo en Dinamarca; la lure, de excelente construcción, medía entre 1,50 y 2,50 mts por término medio, era ligeramente cónica y presentaba la forma de S; el tubo se componía de dos partes curvas de diferente longitud, la segunda de las cuales estaba situada en un plano distinto a la primera. Por lo general los ejemplares que se han descubierto aparecen unidos de dos en dos, de idéntico tamaño y simétricos, lo cual hace suponer que se tocaban por parejas afinadas al unísono, o bien simultáneamente, o en alternancia; se colgaban en la bandolera y los dos músicos, uno junto a otro, debían sujetar cada instrumento en vertical por encima de su cabeza, se han hecho intentos con los ejemplares mejor conservados en los cuales se han conseguido los doce primeros armónicos y una escala cromática de una séptima a partir del sonido fundamental. Pero es poco probable que los antiguos aprovecharon esta extensión sonora.

 LA TROMPETA NATURAL


La llamada trompeta "natural" fue el instrumento para el que escribieron Monteverdi, Lully, Purcell, Bach o Haendel: se trata de una trompeta "sencilla", vaciada en metal y de forma moderna (sección cilíndrica hasta el pabellón que se ensancha progresivamente), pero que no podía emitir -por la presión del aire- más que los armónicos naturales del sonido fundamental el cual venía determinado por la longitud del tubo (longitud teórica=2,34 m). La trompeta natural estaba en do, más corrientemente en re (a veces en fa en la Alemania del siglo XVIII). Su sonoridad clara y penetrante, brillantísima, perfectamente adaptada a las interpretaciones al aire libre, hizo que se pasaran por alto sus limitaciones por lo que hay muchos pasajes que, aún tocados en modelos de válvulas, siguen pareciendo de una dificultad increíble. Las trompetas naturales que se tocaban en conjunto -en "fanfarrias"- eran idénticas, es decir, todas ellas estaban en la misma tonalidad: el músico que tocaba la parte superior utilizaba una embocadura más pequeña para facilitar la producción de notas sobreagudas. La actual trompeta de caballería es una trompeta natural.

  El Clarino

La palabra "clarino" estuvo en uso durante los siglos XVII y XVIII tanto en Italia como en Alemania: en un principio servía para designar una trompeta natural de pequeñas dimensiones adaptada al registro agudo y después, poco a poco, acabó por aplicarse a cualquier parte escrita en este registro para trompeta de orquesta. Incluso en obras de Bach y Haendel, las partes correspondientes al clarino se interpretaban con una pequeña trompeta en re, aunque el instrumento figura por primera vez de una manera explícita en la partitura del Orfeo de Monteverdi (1607). En el siglo XX, las partes de clarino se tocan con pequeñas trompetas de válvulas (trompeta píccolo en si bemol-la, de cuatro válvulas); sin embargo, desde los años 60 vuelve a utilizarse nuevamente una trompeta natural en re a la que también se ha bautizado con el nombre de "clarino", muy apreciada en interpretaciones de música barroca.

LAS TROMPETAS EUROPEAS

La trompeta que se ha utilizado en Europa desde la Alta Edad Media es la que se conoce normalmente con el nombre de bocina; la etimología del nombre sigue siendo objeto de controversia: algunos la relacionan con el término latino "bucina" (pero la bucina romana era una especie de trompa); otros relacionan el término con "buse" que en francés antiguo significa tubo. En el siglo XI, un verso de la Chanson de Roland nos aclara que trompa y bocina eran dos instrumentos diferentes, aunque ambos tenían un uso militar; en el siglo XII, Chrétien de Troyes explica que la bocina aparecía en los torneos de caballería y en las grandes fiestas al aire libre: al mismo tiempo se utilizaban términos como "araine" ( instrumento de metal), "trompa" (instrumento de registro grave), y "grele"  (instrumento que evolucionó en el registro agudo); el uso del término se mantuvo sin embargo hasta el siglo XIII en Francia y hasta principios del XVI en Alemania. Pero parece que cuando el mundo occidental descubrió realmente la trompeta fue después de las Cruzadas gracias a las bocinas de los Sarracenos que subsisten en la actualidad en todo el Oriente y que gozan de un especial prestigio a finales de la Edad Media.
Hay dos tipos que parecen ser los que han prevalecido, uno de tubo largo rectilíneo, y otro de sección estrecha: el primero se iba ensanchando progresivamente en un pabellón en forma de embudo, y el segundo se abría bruscamente en un pabellón en forma de plato; este último perdura en las grandes trompetas orientales en tanto, que el primero acabó por convertirse -debido a que su tubo se plegó sobre sí mismo- en la trompeta utilizada en Europa hasta mediados del siglo XVII. La trompeta, que durante mucho tiempo había sido recta, se curvó en forma de S en el siglo XV; parece que el enrollamiento completo no se efectuó hasta finales del siglo XVI momento en que el instrumento adoptó un aspecto similar al actual. En los siglos XVII y XVIII se construyeron instrumentos de diferentes modelos y tonalidades que los compositores más importantes introdujeron en sus obras instrumentales o dramáticas. Pero hacia 1770, los constructores se interesaron especialmente en los problemas que planteaba la  realización de un instrumento con mayores posibilidades que la trompeta "natural"; le adaptaron unos "tonos de recambio" destinados a modificar la longitud del tubo y, en consecuencia, la tonalidad. La trompeta de válvulas apareció hacia 1815 aunque no adquirió su forma definitiva hasta 1830, en Alemania: como en el caso de la trompa, la invención del sistema de válvulas se debió a Blühmel y Stölzel; sin embargo, dicho sistema solo logró imponerse con dificultades y hasta finales del siglo XIX la trompeta de válvulas no ocupó un lugar en la orquesta. Tuvo que imponerse frente a la corneta de pistones, más fácil de tocar pero que quedó relegado a usos muy limitados.
La trompeta moderna está formada por un tubo de cobre de longitud variable (según la lleva también una vara para la afinación y se va ensanchando progresivamente en un pabellón menos grande, por ejemplo, que el de la trompa; en el otro extremo del tubo aparece una embocadura curvilínea. Las principales variedades de este tipo de trompeta son las siguientes:

Las trompetas corrientes en do y en si bemol

Cuyo tubo apenas supera un metro de largo; lleva tres válvulas y su extensión -cromática gracias al mecanismo de válvulas- es de dos octavas y una sexta mayor; la trompeta en si bemol suena un tono más grave que la trompeta en do; se toca normalmente en las bandas, en las orquestas de jazz y en las orquestas sinfónicas (excepto en Francia y España donde se ha impuesto la trompeta en do).

La trompeta en re o en si bemol (rara veces en fa)


Se creó a finales del siglo pasado para interpretar las obras barrocas (por ejemplo, los conciertos de Bach y Haendel). Pero, para usos de este tipo se tiende a utilizar la trompeta píccolo en si bemol-la agudo, con tres o cuatro válvulas (la cuarta válvula desempeña la función de "transpositora"), que alcanza con mayor facilidad el registro sobreagudo.

La trompeta baja en do o en si bemol

De tubo más largo, utilizada por Wagner y que se usa muy raras veces; suena una octava grave respecto de lo escrito (fundamental: do1 o si bemol 1).Todos estos tipos son transpositores, excepto los modelos en do. La técnica es bastante similar a la de la trompa, y con ella se consigue sobre todo modificar el sonido y obtener efectos característicos utilizando diferentes sordinas: por ejemplo, la "wa-wa", tomada del jazz, se presta a efectos cómicos o caricaturescos. Al igual que la flauta, la trompeta dispone de una articulación de golpe de lengua cuando el destacado simple no permite una repetición rápida de notas; a esto hay que añadir el "flatterzunge", movimiento rápido de la lengua efectuado normalmente al mismo tiempo que se emiten sonidos roncos. La trompeta, más que aire exige unos labios muy resistentes ya que la boquilla se apoya sobre todo en el labio superior; de cualquier manera, es uno de los instrumentos más difíciles de tocar. Goza, sin embargo, de un prestigioso repertorio muy apreciado: la primera música escrita para trompeta que ha llegado hasta nosotros es el Orfeo de Monteverdi (un clarín y tres trompetas con sordina); en el teatro, donde aparece en "fanfarrias", participa más frecuentemente (Alceste de Lully, o Diocletian de Purcell, ópera en la que hay un pasaje en que la voz dialoga con la trompeta); a pesar de ello a finales del siglo XVIII fue empleada también en algunas obras religiosas (por ejemplo, los oratorios de Haendel) o concertantes (Bach, Mozart...).



Hasta finales del siglo XIX la trompeta de válvulas no encuentra su puesto definitivo en la orquesta: Berlioz seguía utilizando la trompeta natural, y hasta 1920 se usará una trompeta de válvulas en fa que hoy día ya no se utiliza. En la actualidad el éxito lo detenta la trompeta en si bemol aunque el timbre peculiar de la trompeta moderna en re haya tentado a compositores como Honegger o Messiaen, y a pesar de que después de Wagner, Stravinsky haya prestado atención a la trompeta -el más agudo de los instrumentos de metal-, sus colores agresivos o tornasolados, a veces místicos, le aseguran un lugar de excepción en la música sinfónica y de cámara contemporánea. Para terminar, no podríamos dejar de mencionar la decisiva aportación a la literatura para trompeta de músicos de jazz como Louis Amstrong, King Oliver, Dizzie Gillespie o Miles Davis.        
          
EL APRENDIZAJE DE LA TROMPETA

La música, este es el fin supremo del instrumentista, pero el camino que nos presenta ofrece una serie de dificultades relacionadas con las características físicas del instrumento que deberán ser superadas.
Sólo un trabajo sistemático permitirá al músico aproximarse al fin deseado. Sin embargo, alcanzar la cumbre no está al alcance de todos y el buen resultado alcanzado un día no nos asegura poder lograrlo siempre. Estas cumbres del arte, en efecto no son un Olimpo donde vivirán siempre los dioses, son mas bien una suerte de ideal estético, inmaterial, que una nada puede hacer retroceder, alejar e inclusive escapar y desaparecer completamente cuando el trabajo decrece, también, como aquellos que un día se vuelven ricos, no desandan todo el camino para atravesar de nuevo todos los obstáculos a fin de respirar todavía y todavía el aire de esas cumbres de acceso tan difícil. El camino a este ideal exige al instrumentista empeñarse en un trabajo titánico y minucioso, indispensable para el incesante perfeccionamiento de su maestría.
En el caso de los trompetistas, la mayor parte de este trabajo está consagrado a la restauración de su embocadura débil y caprichosa que le plantea un problema y un cuidado cotidiano. Día tras día cada instrumentista se plantea las mismas preguntas: ¿por dónde voy a comenzar? ¿cómo organizar mi trabajo hoy? ¿qué ejercicios hacer? ¿qué método tomar? ¿qué mejora aportará tal o cual ejercicio a mi técnica? ¿qué resultados obtendré de este trabajo que haré?. No encontramos una respuesta efectiva a estas preguntas ni en la literatura metodológica, ni en los manuales pedagógicos, ni colecciones de ejercicios, estudios, etc. La razón de esto puede ser que el proceso de desarrollo de la técnica instrumental es un fenómeno profundamente personal ligado a la sicología, y a la sicología de cada individuo, a sus aptitudes innatas de instrumentista, a sus condiciones físicas de trompetista que la naturaleza le ha brindado.



No podemos considerar los ejercicios que constituyen el trabajo cotidiano, personal del trompetista como algo standard aplicable en cualquier momento y en cualquier ejecutante, este sistema debe ser un proceso creador destinado a desarrollar la capacidad de cada individuo. Las capacidades en la ejecución del instrumento varían de un ejecutante a otro. En consecuencia es evidente que un mismo ejercicio no dará los mismos resultados a dos trompetistas con cualidades físicas diferentes: digamos por ejemplo que un trompetista tiene labios débiles, pero con una buena flexibilidad técnica mientras que otro posee labios fuertes dotados de una gran resistencia, pero con una flexibilidad muy mediocre. Entonces encontramos a uno con los labios fatigados y al otro con los labios reposados. Uno y otro no pueden trabajar la trompeta en forma análoga.
En los músicos que ejecutan instrumentos de viento de metal, la técnica depende de la coordinación de los músculos de los labios, la lengua, aparato respiratorio y dedos. Tocar un instrumento de viento de metal requiere gran esfuerzo y cierta tensión, especialmente cuando se tocan fortes o notas agudas. Para alcanzar las notas agudas, así como para obtener un buen tono, hace falta saber controlar los labios. Es bastante normal intentar alcanzar un sonido armónico en particular y errar o "romper" una nota. La práctica constante ayuda a fortalecer los músculos labiales. Los músicos de vientos de metal también deben hacer con regularidad ejercicios de respiración, que ayudan a desarrollar el diafragma.
Enseñanza de base, ¿una lotería?
Primeras Lecciones:
Los primeros intentos de los principiantes pueden hacer que su futuro aprendizaje instrumental sea un calvario o una aventura exaltadora.
A pesar de los progresos evidentes de la pedagogía musical y de la técnica espectacular que alcanzan hoy en día numeroso instrumentistas de metal, las primeras lecciones de iniciación en el contacto de la boquilla y del instrumento, independientemente del talento potencial de los candidatos, constituyen una etapa clave en la enseñanza instrumental. Pero todavía se deja demasiado a menudo este período de la vida tan delicado en manos de músicos hombres o mujeres inexperimentados, cuando se sabe hoy en día que precisamente en esa fase tendrían que intervenir profesores muy bien formados. Sigue habiendo todavía demasiados estragos, a veces irreversibles a ese nivel.
Primer contacto y ejercicios preliminares
Lo esencial es crear un clima apacible, de  confianza, para que el (la) principiante se sienta a gusto intentando hacer, sin crispación, los pequeños ejercicios de la iniciación que se le van a proponer en forma de juego. También se puede si es necesario, explicar la importancia de esos pequeños ejercicios preliminares en relación con la práctica que segurá:
1) Juegos del aire, de respiración y de la vibración de los labios (buzz).
Juegos múltiples con el aire (toser, soplar en el dedo, soplar caliente, soplar frío, lentamente, rápidamente, entrecortado, etc., inspirar lentamente, rápidamente, entrecortado, etc.)
Intentos de puesta en vibración de los labios solos (buzz). Juegos para el mantenimiento del equilibrio entre el aire (soplar suve, soplar fuerte, soplar progresivamente menos fuerte) y la resistencia de los labios (más o menos tensos, más o menos mojados).
Experimentarlo hasta que el "buzz" pueda ser mantenido unos segundos o estabilizado durante toda la duración de la respiración. Una de las reglas esenciales de esta pedagogía de iniciación se sitúa en el concepto "hasta que". No es constructivo pasar a una fase más compleja hasta que no se haya logrado la presente. Los problemas no harían más que acumularse.
2) Juegos de coger el aire, del buzz a la boquilla
Ya se puede intentar que comprendan la articulación del paso de la boca a la boquilla con el aire solo (sin buscar el buzz). Luego, cuando el buzz con los labios solos está bastante estabilizado, hay que pedir al alumno que intente cogerlo con la boquilla (ev. que cierre los ojos para concentrarse más). Lo mejor, como decía James Stamp, es sujetar la boquilla entre el pulgar y el índice de la mano izquierda (para los que se sirven de la mano derecha) y llevar el borde muy delicadamente a los labios en vibración (buzz), en el lugar ideal, sin que se pare el buzz. Evitar toda la precipitación durante esas pruebas determinantes.
Recordar siempre que esta práctica se basa en la adquisición de una técnica, de una sensación y que hay que preservar "hasta que". Esos juegos de iniciación pueden (y si es necesario, deben) durar el tiempo que haga falta, una semana o más, el maestro es el que tiene que controlar y ser paciente. Lo principal es explicar por qué es tan importante controlar bien esta primera etapa y hacer las demostraciones adecuadas para que el alumno sepa exactamente de qué se trata. Nadie puede hacer lo imposible. Existen casos naturalmente de incompatibilidad (déficet del oído, problemas de dentición juvenil, etc.) en los que conviene diferir la experiencia a un período ulterior, o aconsejar al candidato que elija un instrumento más apropiado, incluso un campo artístico totalmente distinto.

Primera lección del principiante según el trompetista Bo Nilsson. Si el alumno es muy joven, no es necesario hablar mucho. Basta con encaminar el placer de la práctica musical y hacer resaltar con convicción los recursos del instrumento elegido... En esa fase, la mejor pedagogía es la de la imitación.
Proponer una demostración de unas notas tocadas con la boquilla sola en el registro medio y luego proponer una imitación. Intercambiando sin palabras. El alumno escucha e intenta reproducir lo que ha oído.

Luego intentar hacer lo mismo con el buzz de los labios solos por secuencias muy breves. Al principio, evitar absolutamente que el alumno se meta en el atolladero del grave. Un do grave en una trompeta en si bemol es una nota muy abierta que provoca una dilatación de la embocadura. Una vez que se va por ese camino, el acceso a los registros más agudos resultará difícil. En ese momento preciso es cuando se comete el error más frecuente con los principiantes. El grave debe salir con la misma embocadura que para el agudo, simplemente un poco más relajado.

Reseña histórica de San Pelayo

Historia


Fecha de fundación: 06 de mayo de 1772
Nombre del/los fundador (es): San Pelayo fue fundado por Antonio De la Torre y Miranda

Reseña histórica

San Pelayo fue fundado por Antonio De la Torre y Miranda el 6 de mayo de 1772. Mediante la Ordenanza No. 43 de 1923 asciende a municipio del departamento de Bolívar y en 1951 mediante la Ley Nueve con la creación del departamento de Córdoba, San Pelayo pasó a esta nueva jurisdicción.

Antes de la llegada de don Antonio de la Torre y Miranda existía un asentamiento humano denominada Cacagual, nombre que se originó en la riqueza de cultivos de cacao, fruto de mucho interés para los españoles. Su primera fundación se realizó sobre la margen izquierda del río, pero, las periódicas inundaciones del Sinú hicieron que don Antonio de la Torre y Miranda lo trasladara al sitio actual.
En su noticia individual don Antonio de la Torre y Miranda escribió: "En la isla (Sabá) que forman los dos caños del río Sinú entre Lorica y Cereté en las orillas del caño de la derecha fundé el sitio de San Pelayo, así para la comodidad del tránsito de dicho río como para el beneficio de estas tierras y ciénagas y contención de los gentiles del Darién".
San Pelayo todavía en el siglo XVIII estaba bajo la cercana influencia de la Ciénaga Grande, con muchos caños y arroyos, caracterizando a la zona como muy cenagosa.
James J. Parsons en su libro "Las Regiones Tropicales y Americanas" se refirió así al clima y a la sedimentación fluvial en el valle del Sinú: "... es la principal depresión estructural situada en medio de las colinas terciarias de desarrollo paralelo y extendidas al norte y al noroeste".
Luego afirma: "posee un clima tropical suficientemente húmedo para mantener un bosque alto, lujuriante, y semicaducifólio para mantenernos en las situaciones menos perturbadas a pesar de una marcada temporada seca durante los primeros meses del año".

En la región en donde está ubicado el Municipio de San Pelayo había una extraordinaria riqueza en flora, en fauna, hídrica y un suelo que se ha considerado de los más fértiles del mundo.
Don Jaime Exbrayat Boncompain en su historia de Montería dice: "sus primeros pobladores fueron casi todos españoles, cuyos descendientes sin mestizaje algunos viven todavía diseminados en numerosos pueblos de la región llamada "Las Guamas".
Es probable que sus primeros pobladores fueran indígenas pertenecientes al resguardo de Cereté - Mocarí. Posiblemente su población, de blancos, mestizos, indios y negros hubieran entrado en contacto con doña Francisca Bautista de Bohórquez, mujer española que impulsó la primera colonización del Sinú, entre los años de 1690 y 1721, quien organizó la explotación de riquezas naturales con ganadería, maderas, artesanías y transporte.

Geografía

Descripción Física:
El municipio de San Pelayo se encuentra ubicado en la parte norte del Sinú Medio en el departamento de Córdoba, entre los meridianos 8°58’ de latitud Norte y 75°51’de longitud Oeste de Greenwich. Se extiende, desde su parte occidental entre las últimas estribaciones más orientales de la Serranía de Abibe y el plano inundable del Río Sinú. Los suelos del municipio de San Pelayo se desarrollan desde los 8 metros sobre el nivel del mar, hasta las zonas más altas ubicadas en las colinas de la parte occidental a unos 235 metros sobre el nivel del mar.


Límites del municipio:

Limita geográficamente por el norte con el municipio de Santa Cruz de Lorica, cuya extensión limítrofe es de 55 Km, y con el municipio de Cotorra en 24,5 Km; al oriente con los municipios de Chimá y Ciénaga de Oro, con linderos compartidos de 15 Km para el primero y 7,25 Km de longitud para el segundo; por el sur con los municipios de Cereté y Montería, límites definidos en 53,5 Km de longitud para el primero y 9,25 Km para el segundo; y por el occidente con el municipio de Puerto Escondido, cuyo límite presenta una longitud de 16,5 Km
Extensión total: El territorio municipal posee un área de 451,12 km2 esto es, 45.112 hectáreas, dedicada a la ganadería, a la agricultura, y otros usos. Km2
Extensión área urbana: El perímetro urbano tiene un área de 352 hectáreas, representa el 0.8 % del territorio municipal, de los cuales el 25 % está construida, el 5 % está dedicado a vías de comunicación y el 70 % restante es área libre. Km2
Extensión área rural: La zona rural representa el 99.2 %, con un área de 447,6 km2 del territorio municipal. Km2
Altitud de la cabecera municipal (metros sobre el nivel del mar): Los suelos del municipio de San Pelayo se desarrollan desde los 8 metros sobre el nivel del mar, hasta las zonas más altas ubicadas en las colinas de la parte occidental a unos 235 metros sobre el nivel del mar.
Temperatura media: Temperatura promedio: 28º Cº C
Distancia de referencia: Distancia de Montería 30 Km.
Mapas: Acceda a la sección de mapas

Ecología

San Pelayo presenta un perímetro de sistemas de conducción de aguas que la hacen parecer rodeada de agua. Esto es cierto, principalmente en la zona norte y noroeste, en donde sus límites son el río Sinú, el cual en época de invierno derrama sus excedentes a los predios aledaños o que hacen parte de su plano inundable, principalmente hacia la zona de la Ciénaga El Bien Común, ubicada en la zona anteriormente mencionada (noroeste) y que en la actualidad ha sido invadida por particulares.

En su límite sur, encontramos el canal de drenaje (desecación) Dren 7, el cual desaloja las aguas de la invadida Ciénaga Guarumal, ubicada en jurisdicción de los corregimientos de El Obligado y Pelayito, y de las aguas lluvias procedentes de predios aledaños.
En el límite suroeste con el Dren 7 que desaloja las aguas de la Ciénaga El Bien Común y que define el límite entre San Pelayo y El Bongo.

 Hacia el este está el Dren 8, que drena las aguas procedentes del dren 7 y del dren 3.8 procedente de Cereté. A lo largo de la carretera Cereté-Lorica existe un canal de drenaje que desaloja las aguas lluvias de la zona urbana hacia el dren 7.
A la altura del caserío La Ruleta, en época de lluvias, se presentan inundaciones de las áreas de cultivo por el desborde de los canales de drenaje, los cuales por encontrarse taponados por vegetación o sedimentos, o porque la Ciénaga Grande de Lorica, destino final de sus aguas, presenta niveles altos que impiden el libre desalojo de esta agua hacia fuera del territorio municipal.

Economía

En términos generales en la actualidad el municipio de San Pelayo presenta una productividad del sector agropecuario (agrícola y ganadero), por debajo del promedio nacional debido entre otros factores como se mencionó en el análisis macroeconómico a la inexistencia de niveles de desarrollo económico e infraestructura productiva necesarias para alcanzar niveles de productividad que permitan ser competitivos tanto en el mercado nacional como el internacional.

El destino de la producción agropecuaria del municipio de San Pelayo, es el mercado regional, nacional y en porcentaje muy bajo el mercado local y externo.
En cuanto al origen de los insumos utilizados en el proceso productivo del sector agropecuario como son fertilizantes, herbicidas, fungicidas, plaguicidas en el caso del sector agrícola y productos veterinarios para el caso de la ganadería, estos son importados en su mayoría de países industrializados y en un bajo porcentaje provienen de la industria nacional.
El capital humano vinculado a la actividad productiva en el municipio de San Pelayo posee un bajo nivel educativo y poco capacitado en el área técnica agropecuaria lo que hace que sea poco productivo y que no se tenga visión empresarial, por tanto bajos niveles de productividad y competitividad en el sector.
El mercado laboral del sector agropecuario en el municipio de San Pelayo muestra un escaso desarrollo, que bajo estas condiciones presentan salarios no explícitos ni uniformes lo que indica que por ser este sector el renglón económico de más peso, en el PIB municipal, existe una inequitativa distribución del ingreso generado en el sector.
La población económicamente activa del municipio representa el 60,87% de la población total municipal. Del total de la población económicamente activa de San Pelayo, solo el 30.64% desarrolla algún tipo de actividad productiva de los cuales las más representativas son los trabajadores particulares con el 18.9%, trabajador independiente con 7.4%, empleado gubernamental 2.6%, empleado domestico 1.5%, empleador o patrono 0.1% y trabajador familiar sin remuneración 0.02% (Sistema de Información Básico Municipal. ECOGESTAR LTDA, 1999).

Vías de comunicación 

Aéreas:
En la actualidad San Pelayo no cuenta con aereopuerto, todo transporte aereo se hace por medio del aereopuerto Los Garzones.
Terrestres:
San Pelayo posee el 5,5% del total vial departamental con una longitud de 167,6 km. y una densidad vial de 2,69 km. por cada km2 de la extensión territorial municipal.

Estas vías se muestran en el plano vial y corresponden a vías nacionales, ejes viales municipales o vías departamentales, ejes viales alternos y vías locales.
Vías nacionales: Corresponden a aquellos ejes viales que articulan dos carreteras interdepartamentales (Córdoba – Antioquia y Córdoba – Sucre) y son de responsabilidad de las entidades nacionales, como el Instituto Nacional de Vías y el Fondo nacional de Caminos Vecinales. Estas son la vía Montería – Lorica que tiene del total de su longitud, 7,5 km. en la jurisdicción del municipio, y la vía Las Cruces – Moñitos con una longitud de 26,5 km. en el territorio municipal.
Ejes viales municipales: Corresponden a aquellos ejes viales que articulan dos o más municipios del departamento, y son responsabilidad del Departamento de Córdoba. En esta jerarquía se encuentran la vía Buenos Aires – Las Guamas, la cual articula transversalmente al municipio de San Pelayo y a éste con los municipios de Puerto Escondido, Moñitos, Chim,á, Cotorra, Ciénaga de oro y Cereté; la vía El Vidrial – Severá – La Madera – Los Gómez; la vía Manguelito – Puerto Nuevo – El Bongo; y la vía Rabolargo – las Guamas – La Carolina.
Vías alternas: Son aquellas vías locales alternas a las nacionales y departamentales, de responsabilidad municipal.Son principalmente dos ejes que atraviesan y articulan de manera transversal el municipio. Estos ejes son: la vía Providencia – Pelayito – El Obligado – Terrón – Morrocoy, la cual articula la zona sur del municipio; y la vía Sabananueva – Santa Rosa – Buenos Aires, que articula la zona norte del municipio.
Vías locales: Son las que articulan las vías alternas con las vías municipales y entre sí; tienen gran significancia especialmente para la zona rural. Son de responsabilidad municipal.
En la actualidad se cuenta con un puente sobre el río Sinú a la altura de El Caño, en jurisdicción del corregimiento de El Obligado, y San Rafael en el corregimiento de La Madera. La puesta en funcionamiento de este puente cambio la dinámica social y productiva de las gentes del municipio, toda vez que permite una comunicación más fluida entre las márgenes derecha e izquierda en términos de la comercialización y el intercambio social y cultural.
El transporte terrestre se realiza mediante el cubrimiento de rutas que articulan medianamente el territorio municipal; este servicio se presta con buses que tienen como origen a Montería, y vehículos Willis, que tienen como origen a Cereté, San Pelayo y Carrillo.
Las rutas que cubren estos vehículos son:
Montería – San Pelayo – Buenos Aires – Moñitos y viceversa.
Cereté – San Pelayo – Buenos Aires – Puerto Escondido y viceversa.
Carrillo – San Pelayo – Cereté y viceversa.
Así mismo, se utiliza la ruta Montería – Lorica – Coveñas que prestan las empresas SOTRACOR y
TUCURA
Para el resto del municipio no existe servicio de transporte regular, aunque existe el servicio de motocicletas que funcionan según la ruta que el usuario desee, y vehículos particulares que hacen viajes expresos desde la ciudad de Cereté hasta donde el usuario indique.
Fluviales:
El transporte fluvial se aplica básicamente para atravesar el río Sinú en los Transbordadores o “planchones” como se les conoce popularmente en la zona. En la jurisdicción de San Pelayo funcionan cuatro planchones en los sitios siguientes: El Bongo, El Caño, La Majagua y Sabananueva.



martes, 16 de julio de 2013

BREVE HISTORIA DE CÓRDOBA

BREVE HISTORIA DE CÓRDOBA

Tomado de: http://www.cordoba.gov.co/cordoba/historia.html

El territorio que hoy ocupa el departamento de Córdoba fue habitado por los zenúes, también llamados los Señores del Valle del Sol, una de las culturas precolombinas de mayor importancia en Colombia, que se caracterizaron como maestros de la orfebrería y la cerámica, cuyos productos constituyen verdaderas obras de arte.
La antigua cultura indígena Zenú tuvo un vasto imperio dividido en tres importantes zonas: Finzenú, que comprendía el valle del río Sinú y las áreas de Tolú, San Benito Abad y Ayapel, y era la sede religiosa del Imperio; Panzenú, entre el valle del río San Jorge y la parte baja del río Cauca, que producía los alimentos y las materias primas; y Zenúfana, la sede central de gobierno, que llegaba hasta el centro del actual departamento de Antioquia, y de donde procedían la mayoría de las riquezas auríferas.
Alcanzaron un alto grado de organización social y económica y desarrollaron una inigualable destreza en sus trabajos de orfebrería y cerámica, cuyos productos constituyen verdaderas obras de arte que se pueden apreciar en las sedes del Museo del Oro en Cartagena y Bogotá. De igual modo la civilización Zenú produjo expertos tejedores, cuyo legado se observa en los trabajos de trenzado del sombrero vueltiao, principalmente en los resguardos indígenas de san Andrés de Sotavento.
También son admirables las obras de ingeniería hidráulica dejadas por los Zenués, de las cuales se destacan los canales de irrigación y drenaje en forma de espina de pescado, que ayudaban especialmente a prevenir las inundaciones. De esta actividad quedan vestigios en lo que era el cacicazgo de Panzenú, y que aún despierta el interés de investigadores nacionales y extranjeros.
Los orfebres zenués cultivaron un estilo propio, reconocible por el uso de la falsa filigrana. Adoptaron la técnica de la cera perdida para fabricar los hilos de oro fundidos, combinada con el martillado del metal para crear sus originales piezas, que comprende narigueras, pectorales, alfileres y cabezas de bastón. Es importante el uso de las figuras zoomorfas, que representaban la fauna local: jaguares, babillas, ranas y aves, entre otros.
La leyenda de los sepulcros de los zenúes, que contenían grandes cantidades de oro, dieron origen a la célebre frase de: "Pobrecito del Perú si se descubre el Sinú", relatada por El Inca Garcilazo de la Vega en su historia de la cultura Inca. Algunos historiadores, entre ellos Pilar Moreno de Angel, señalan la variante de "desgraciado del Pirú si se descubre el Sinú", mencionada según algunos por el cronista Pedro Cieza de León.
Esta muletilla era repetida con codicia por las huestes de los hermanos Pedro y Alonso de Heredia, quienes recorrieron en diferentes oportunidades el Imperio Zenú para saquear las sepulturas indígenas. Junto a ellos, también deben mencionarse los nombres de Pedro Arias Dávila, el popular Pedrarias, quien inició la profanación de las tumbas en este territorio; de Francisco Pizarro, antes de viajar al Perú; y del bachiller Martín Fernández Enciso quien llegó a tierras sinuanas en auxilio de este último.
Se hablaba, en general, del Templo de Dabeiba, bautizado por los españoles como "El Templo de Oro", y del cementerio de los grandes caciques zenúes, en la zona religiosa de Finzenú. Los conquistadores recogieron la información sobre las costumbres ceremoniales de los zenués de enterrar a sus muertos en fosas, conocidas como guacas o pirués, acompañados de sus armas, adornos, joyas y vasijas de barro cocido.
Pero la obtención del oro de los zenués no fue de beneficio para sus autores. La mayoría murieron en las largas travesías, otros lo perdieron en juergas y en las mesas de juego, y hasta don Pedro de Heredia, quien lo creyera, tuvo que entregar su parte "del rico botín del Sinú" al almirante de la flota francesa Roberto Baal, en su saqueo a Cartagena en 1544.
Después de la fiebre del oro de los primeros visitantes de la Corona Española, cabe destacar la presencia del oficial Don Antonio de la Torre y Miranda, quien por disposición del gobernador de Cartagena, Juan de Torrezar Díaz Pimienta, inició en 1774 la fundación y refundación de las poblaciones situadas en la zona de influencia de los ríos Sinú y San Jorge. En sus expediciones, Antonio de la Torre y Miranda fomentó la cría de animales vacunos y domésticos, enseñó como preparar sementeras y cultivar algodón y maíz en forma técnica.
En 1775, en la segunda expedición, fueron fundados Chinú y Sahagún. En 1776, en la cuarta expedición, Momil, Lorica, San Bernardo del Viento, Ciénaga de Oro, San Antero y Chimá. En 1777, en la quinta expedición, Montería, San Carlos, San Pelayo y Purísima.
Sobre la historia de estas fundaciones, Pilar Moreno de Angel, en su libro Antonio de la Torre y Miranda Viajero y Poblador, revela una historia poco conocida, que es la presencia de indígenas sinuanos en Cartagena para solicitar la fundación de la ciudad de Montería. Se refiere la escritora a las solicitudes envíadas por los caciques Ventura Molledo en 1759 y Sebastián Alequenete en 1772, a los entonces gobernadores de Cartagena, mariscal de campo don Diego Tabares y don Juan de Torrezar Díaz Pimienta, respectivamente. Para la primera petición viajaron cinco indios, quienes permanecieron hasta 1761, y para la segunda se enviaron dos indios correos, portadores del documento.
Desde la llegada de los conquistadores hispanos, comenzó a darse el mestizaje de españoles, africanos e indígenas, conformando el típico hombre cordobés. Aún se conservan grupos puros de negros e indios, los primeros en Uré y la region costera, especialmente Puerto Escondido y Moñitos, y los segundos en el Alto Sinú -los Embera Katíos- y en el Resguardo de San Andrés de Sotavento -los descendientes de los zenúes.

Origenes del Porro

EL PUEBLO SE TOMA LAS BANDAS


En la costa atlántica las bandas, esos conjuntos musicales compuestos por trompetas, clarinetes, redoblantes o caja, bombo, bombardino, platillos y trombones, únicamente conservan su vigencia en los departamentos de Córdoba y Sucre.
Los historiadores de la región del Sinú están de acuerdo en que las bandas musicales llegaron a esas tierras a fines del siglo pasado. Para esa época, en casi todas las poblaciones había uno de tales conjuntos, que ejecutaba la música de las clases altas. Sin embargo, bien pronto las bandas salieron de los salones a las plazas públicas, al ser requeridas para alegrar las fiestas de corralejas.
Con el desarrollo de la ganadería en las fértiles tierras del Sinú, las fiestas de toros empezaron a introducirse para emulación de poderío y riqueza ganadera entre los terratenientes. Las corralejas se vigorizaron con la presencia de las bandas, ya que sus instrumentos, a diferencia de las gaitas y pitos elaborados con cañas, alcanzaban la resonancia necesaria en espacios abiertos. En estas fiestas salvajes el pueblo comenzó a familiarizarse con los nuevos conjuntos musicales y, ál mismo tiempo, los instrumentos comprados para interpretar polcas y mazurcas empezaron a cambiar su repertorio europeo por la música autóctona popular.
Es entonces cuando se presenta la maravilla que posibilita el ulterior desarrollo del porro: el proceso en el que aquellos campesinos de gran inspiración, constreñidos a la melodía de rústicos instrumentos, tienen acceso a las bandas para desplegar toda su inmensa creatividad en instrumentos de amplias posibilidades.
En los actuales estudios sobre el porro no aparece descrito este proceso. Pero es de suponer que aquellos músicos que sabían interpretar los aires auropeos ensayaron con la música autóctona y que, al mismo tiempo, los ejecutantes de gaitas, tambores y pitos iniciaron su contacto con los instrumentos metálicos de las bandas. Este cambio dio como resultado un gran enriquecimiento de los ritmos propios de la costa atlántica, entre ellos el porro.
Esta transformación del porro primitivo ocurre de manera especial en el municipio de San Pelayo. En este pueblo, donde empiezan las tierra del bajo Sinú, se moldea un porro con estructura especial, que hoy se conoce como porro pelayero porro palitiao.
Del enriquecimiento del porro, resultado de la acogida de los nuevos instrumentos, Valencia Salgado dice:
Cuando apareció la banda de viento la brillantez de los instrumentos, su alcance melódico, su riqueza armónica, desalojaron a aquellos grupos musicales de limitada interpretación melódica. El compositor pelayero debió aprender a estructurar su música popular. No abandonó los viejos aires musicales. Los acogió, los arregló, y teniendo en cuenta la multiplicidad de los instrumentos de la banda, creó, por así decirlo, un nuevo porro con estructura dinámica que llamó porro palitiao 4 .
La historia de la primera banda popular en San Pelayo la recoge William Fortich de la memoria de Diógenes Galván Paternina, el comerciante que trajo los instrumentos del exterior para formar la primera gran banda que existió en esa población. Este personaje centenario, que militó con el general Uribe Uribe en la guerra de los Mil Días, vive hoy en la miseria y el olvido en ese lugar arrinclrnado que se llama Puerto Escondido. Allí le contó a Fortich:
De Lorica vinieron a San Pelayo Samuel Herrera y José Lugo, ellos eran cornetas; dieron que iban a hacer la banda de San Pelayo; abrieron inscripciones para quienes quisieran formar parte de ella:   se inscribieron como doce, todos jóvenes [...] José Lugo y Samuel Herrera llegan a San Pelayo para las piquerias que hacían aquí los dos barrios, el de arriba y el deabajo, pero esto se acabó y dieron que iban a formar la banda. [....] Fueron comprados instrumentos viejos, empatados con cera y alambre. Yo era quien les suministraba cualquier instrumento viejo que ellos necesitaran, se los traía de Cartagena, negociaba con Colón, Panáma. Recuerdo que una vez compré una corneta; al traerla elpueblo se estusiasmó, me hacían la venia, me felicitaban 5 .
Fue así como en San Pelayo se formó la banda pionera, entre 1902 y 1903. Con los instrumentos remendados, el grupo de músicos se presentó por primera vez en el barrio Wilches, de Cereté, pueblo que no tenía banda popular y vivía en constante rivalidad con el de San Pelayo. Diógenes Galván refiere el debut de la banda pelayera:
Los Padilla, en su apogeo de influencia y dinero, pidieron la banda para amenizar una fiesta en Wilches: los muchachos no querían, pero Samuel Herrera, el músico mayor, dijo que sí iban; él tocaba corneta; llegaron en canoas y se asomaron ciertos cereteanos con burlas, chistes y rechqlas; entonces se paró Samuel Herrera y dijo: "Esta banda se llama la ‘Peor es nada‘ y maldito del que se burle de nosotros y aquí estamos para responder lo que ustedesquieran" 6
Pero si la banda de instrumentos remendados despertó gran estusiasmo, la adquisición del primer instrumental nuevo es tal vez el acontecimiento más importante en toda la historia de San Pelayo. Después de la guerra, Diógenes Galván se dedica a la agricultura y al comercio. En esta última actividad se relaciona con comerciantes franceses en Montería, quienes le encargan viajar a Francia a negociar un contrabando. Diógenes Galván vislumbra en este viaje la oportunidad para traerle a la banda pelayera unos instrumentos nuevos.
Como lo del contrabando era asunto delicado, se le dijo a la gente que el comerciante viajaba a los Estados Unidos expresamente a traer los instrumentos. Entre todos los músicos reunieron 116.000 pesos de la época. Eran los años de la primera guerra mundial, y las dificultades del conflicto no le permiten a Diógenes Galván viajar de Estados Unidos a Francia. Entonces se establece en Filadelfia, y dos años después, en 1915, logra enviar a Colombia los bombos, las cajas y demás instrumentos, con el contrabando dentro de ellos. En Cartagena los recibe otro comerciante, quien avisa a los músicos pelayeros que vayan a ese puerto a recogerlos. Los habitantes del San Pelayo, que se habían pasado esos dos años pendientes de la venida de los instrumentos, por fin los vieron llegar, relucientes, en una canoa que se deslizaba sobre el río Sinú. Todo el pueblo, agolpado en las orillas para el recibimiento, armó allí mismo la fiesta. Y cuando, al año siguiente, regresa a San Pelayo Diógenes Galván, la gente lo acoge como a un héroe, en medio de música de bandas.

SAN PELAYO: TALLER MUSICAL

Hasta su introducción en las bandas, la música tradicional se había ejecutado de manera empírica entre los grupos de gaiteros y en los bailes cantados. La teoría estaba circunscrita a la enseñanza y al aprendizaje de los ritmos de origen europeo. Los primeros criollos que impulsaron estos ritmos en las bandas fueron los maestros Manuel Zamora, Antonio Cabezas y Manuel Dechamps, quienes indirectamente sentaron las bases para el desarrollo instrumental del porro.
Aunque el porro ha sido un ritmo cultivado en toda la costa atlántica, y en Córdoba muchos pueblos como Lorica, Cereté, Ciénaga de Oro, Montería, San Antero contaban, al igual que San Pelayo, con una rica tradición musical, fue en este último pueblo, como ya se dijo, en donde este ritmo evolucionó hasta convertirse en una expresión musical nueva, con características muy peculiares.
¿Por qué en San Pelayo? Ello podría encontrar explicación en el hecho de que en esta población se conjugaron dos factores importantes. Pues si bien es cierto que muchos pueblos contaban con sus propias bandas populares, en San Pelayo se crearon bandas, y también se cultivó la teoría musical como en ninguna otra parte. No bastaba únicamente con los instrumentos metálicos para el desarrollo cualitativo de este ritmo popular. No quiere decir lo anterior que los músicos de otros pueblos no hubiesen estudiado teoría musical, sino que fue San Pelayo en donde este hecho adoptó una forma más organizada, que contó con la dirección de dos de los músicos más grandiosos que ha dado el departamento de Córdoba y el otrora Bolívar Grande: Alejandro Ramírez Ayazo y Pablo Garcés Pérez. De ahí que Ciénaga de Oro, pueblo de músicos talentosos y en donde también se estudió la música con dedicación, se dispute con San Pelayo la cuna del porro.
Fortich señala a Alejandro Ramírez como creador de la estructura del porro pelayero. Este compositor, nacido en 1883 en un pueblito del alto Sinú, creció en una familia que cultivaba la música en instrumentos como el acordeón, el tiple y la guitarra. La guerra de los Mil Días arruina al padre de Alejandro, un acaudalado comerciante antioqueño, y entonces el joven, de sólo 17 años, debe hacerse cargo de la familia. Como su padre, se dedica al comercio, actividad que lo lleva a establecerse en San Pelayo. Allí se especializa en el clarinete y pule sus conocimientos musicales con el maestro Manuel Zamora, de Lorica, uno de los ya mencionados cultores de los ritmos europeos en las bandas. Además de su consagración a la música, Ramírez Ayazo acupó puestos públicos municipales y ejerció como tinterillo. En 1967 murió en Montería a la edad de 84 años. Había recibido cheques de dos y tres pesos por regalíás de las casas disqueras.

Hoy en día no existe certeza acerca de la paternidad de los más bellos porros pelayeros que empezaron a sonar en la primera década de este siglo. Clásicos tales como María Varilla, El binde, La mona Carolina, Sábado de gloria, El gavilán, El sapo viejo, Lorenza, El pájaro montañero, entre otros, se atribuyen popularmente el ingenio de Alejandro Ramírez. Es poco probable que estos porros de gran calidad, grabados por varias casas disqueras, sean como algunos afirman, el producto de una supuesta creación colectiva espontánea.
Su calidad muestra que son el resultado de una sólida formación musical.
A lo anterior hay que agregar una rica inspiración surgida de condiciones de vida estrechamente ligadas a la naturaleza. Se cuenta en San Pelayo que Alejandro Ramírez compuso el porro El pájaro montañerocuando viajaba a otro pueblo con su banda de músicos. En el trayecto, escuchando el canto de este animal, empezó a componer la pieza, que es una de las más apreciadas del repertorio de porros. María Varilla, quizá el más bello de todos, y que ha sido consagrado por el pueblo de Córdoba y Sucre como su himno regional, fue inspirado por una legendaria bailarina que recorrió pueblos, veredas y caseríos danzando infatigable durante días y noches seguidos al son de los fandangos. No tuvo par ni en el baile ni en el amor. Agotaba bailarines y velas y murió dramáticamente como los buenos personajes que hacen leyenda, por bañar con agua fría su cuerpo impregnado del calor de las velas y del fandango.


Tres participantes bailando el porro

El binde es un modesto nido de abejorros utilizado por los campesinos para sostener ollas en los fogones de leña, pero a pesar de ello o, mejor, por esta importancia tan cotidiana, ha sido glorificado con el hermoso porro que lleva su nombre.
De estos porros no se conserva partitura original, y nadie se preocupó en aquel entonces por reclamar su autoría.
El porro pelayero o palitiao no tiene letra. Su estructura lo diferencia de otros porros, como el tapao,vigente también en Córdoba yen la región sabanera del departamento de Sucre.
Valencia Salgado, igualmente compositor de porros, describe así la estructura del palitiao:
El porro sinuano se inicia con ocho compases de danza que los viejos pelayeros llaman introducción. Melódica y rítmicamente esta parte se parece mucho a un danzón (se dice que el primer director de banda en el Sinú fue un cubano). En esta entroducción todos los instrumentos entran. Unos para llevar el asunto melódico y otros para armonizar y llevar el ritmo. Después de estos ocho compases surge lo que llamamos contrapunteo o diálogo musical entre los instrumentos de voces agudas y graves. Las trompetas preguntan y los bombardinos y clarinetes y trombones responden. Este diálogo se interrumpe con la presencia de los clarinetes que atacan la bozá. Aquí los clarinetes son dominantes. Ofrecen un recital mientras los bombardinos armonizan improvisando acordes sin salirse del tema. Bozá significa bozal, lazo que amarra. Es en esta parte donde el porro pelayero se decanta totalmente. Dicen los pelayeros: "Se amarra el ritmo ". ¡Se hace profundo, hondo! Precisamente en esta parte el bombero deja de golpear los parches de su instrumento para repiquetear en uno de los laterales de él. La caja y los platillos, en este instante, llevan el compás como tratando de copiar onomatopéyicamente brisas, roces de hojas secas, venteos de arroz en balayes campesinos, lluvia menuda... Al finalizar esta segunda parte se repite la obra, según la animación de los danzantes y la inspiración de los músicos. Termina el porro con la misma danza inicial 7 .
Los estudiosos del porro han señalado en esta estructura una síntesis cultural de nuestra nacionalidad. La primera parte, o sea el danzón introductorio, se asemeja a la música europea que bailaban las clases altas. Este danzón no lo baila el pueblo y, mientras suena, los bailarines alistan sus velas. "La segunda parte responde a las exigencias del bombo o tambora, instrumento que impone el ritmo africano, que lo influye y lo domina. En la tercera parte, cuando los clarinetes dan su recital, nos recuerda el añorante canto de las gaitas indígenas" 8.
El pueblo cordobés lleva esta música en el rincón más alegre del alma. Cuando baila al ritmo de un porro, se extasía y no sabe de nada más. Y cuando de súbito escucha en cualquier parte un porro, lanza el grito sinuano del guapirreo. Este guapipi, acompañado de nojodas, es también la exclamación de los danzantes cuando están más animados en el fandango. Los músicos ponen todo su empeño, y las bandas compiten entre sí para atraer a su alrededor el mayor número de bailarines.


4 Ibíd. (regresar4)
5 William Fortich Díaz, Historia del festival, inédito. (regresar5)
7 Guillermo Valencia Salgado, op. cit. (regresar7)
8 Ibíd. (regresar8)

Tomado de: